· El aprendizaje basado en retos (ABR) permite enfocarse en la resolución práctica de una situación real, aterrizada a la realidad profesional del participante.
· Este método fomenta el desarrollo de las competencias más demandadas en la actualidad por el mercado laboral.
Analizar problemas empresariales desde múltiples perspectivas, saber comunicar de forma horizontal, tener la capacidad de resolver conflictos mediante la negociación, anticiparse a señales de cambios o crisis, el pensamiento estratégico y la inteligencia emocional o la capacidad de buscar múltiples soluciones a los conflictos son algunas de las competencias que debe tener cualquier líder para ejercer su profesión con éxito. El aprendizaje basado en retos (ABR) es una metodología activa de aprendizaje que permite desarrollar estas competencias, centrándose en la resolución práctica de una situación real y específica.
Este método permite que el participante o profesional tome las riendas de su propio aprendizaje para que pueda, en primera instancia, desarrollar el pensamiento crítico, reflexivo y estratégico que necesita para desenvolverse con eficacia y éxito en los denominados entornos VUCA; el escenario en el que se mueven las organizaciones en la actualidad, que se caracteriza por ser volátil, incierto, complejo y ambiguo.
Habitualmente, el ABR puede confundirse con otras metodologías que fomentan el saber como el aprendizaje vivencial o el aprendizaje basado en proyectos. Y es que, aunque comparten algunos paradigmas, existe un rasgo diferencial que se debe subrayar: el aprendizaje basado en retos comprende la resolución de situaciones reales mediante acciones determinadas, mientras que el resto de métodos se centran en elaborar problemas ficticios en exclusiva para el aula.
¿Cómo se construye el aprendizaje basado en retos?
· La elección de un tema como punto de partida: en primer lugar, el docente o experto, plantea una temática genérica que sea del interés profesional de los participantes para que, a posteriori, sea abordado desde diferentes puntos de vista.
· Formulando preguntas: seleccionada la temática y una vez situada dentro de un contexto teórico, comienza la puesta en común o brainstorming donde se formulan preguntas y se sugieren ideas genéricas para, de este modo, perfilar y acortar la temática inicial hasta llegar al planteamiento de un reto concreto y personal.
· Abordaje del reto: empleando recursos interactivos, pruebas de conocimiento y herramientas TIC se busca la solución más idónea a la problemática planteada.
· Testeo de resultados: en esta fase, los participantes deben poner a prueba la eficacia de la solución planteada en entornos profesionales reales. Simultáneamente, las conclusiones
extraídas son puestas en común con el resto de compañeros con el fin de aunar las buenas prácticas.
Un método con múltiples beneficios
Este método reúne un sinfín de ventajas debido a su eficacia:
· Proporciona un marco para abordar los retos que les permitirán tomar decisiones reales y eficaces empleando el pensamiento estratégico.
· Crea una conexión única entre la realidad profesional del participante y las expectativas que se desean alcanzar.
· Traslada la experiencia de aprendizaje más allá de la teoría, conectando lo aprendido con el mundo real.
· Facilita el pensamiento creativo y divergente a través de un proceso orientado a la práctica y la reflexión.
· Permite que los alumnos sean responsables de su propio aprendizaje al mismo tiempo que se fomenta su motivación para continuar mejorando sus skills y aprendizaje permanente.
· Desarrolla habilidades comunicativas y de oratoria.
· Fomenta el trabajo colaborativo y multidisciplinar.
En definitiva, la naturaleza misma de enfocar el aprendizaje en la resolución de problemáticas reales permite crear un estrecho vínculo entre el estudiante y su formación debido a la proximidad con su realidad profesional. En este sentido, el alumno no percibe al profesor o experto como una autoridad de conocimiento, sino como una guía que le ayuda a cuestionar todos los elementos que forman parte de una problemática real; fomentando así la capacidad de criterio y reflexión y evitando el desarrollo de una visión parcial. Así lo corrobora, Oihana Ederra – especialista en metodologías activas – quien afirma que “retar a los estudiantes a experimentar en primera persona el aprendizaje, ayuda a garantizar que el mismo sea significativo y prolongado en el tiempo”. A su vez, este modelo formativo permite desarrollar un trabajo colaborativo y cooperativo, esencial en un escenario profesional en el que interfieren múltiples agentes, ya que el estudiante no solo traslada, casi de forma inminente, lo aprendido a su día a día, sino que también y “gracias a la prueba error en un entorno controlado tiene la oportunidad de mejorar y rescatar sus buenas prácticas, pero también la del resto de compañeros”.