- La relación médico-paciente evoluciona hacia modelos virtuales y en tiempo real.
- La telemedicina de hospitales y clínicas deberá respetar los estándares de seguridad y salvaguardar los derechos fundamentales de los pacientes.
La crisis que ha devastado los sistemas sanitarios de más de medio mundo ha evidenciado que son tiempos de cambio en el modelo de atención sanitaria. Las restricciones causadas por la pandemia obligaron, a salud pública y privada, a adaptarse a nuevas condiciones y ofrecer sus servicios asistenciales vía telemática. Pero hasta que el virus entrase de lleno en nuestras vidas y ubicase la telemedicina en un primer plano, la atención no presencial era poco demandada por la ciudadanía.
Y es que a pesar de haber estado conviviendo, durante los últimos años, con dispositivos móviles y múltiples innovaciones tecnológicas, nunca antes se había planteado este tipo de relación médico-paciente como una alternativa seria a la presencialidad.
En este sentido, el informe Predicciones, Tecnologías, Medios y Telecomunicaciones (TMT) de la consultora Deloitte indica que este año se producirán más de 400 millones de consultas virtuales en todo el mundo; un 5% más de visitas virtuales a nivel global, frente al 1% experimentado en 2019. Para comprender la magnitud de la transformación que vive la sanidad y la relación médico-paciente, el informe asegura que, en España, por ejemplo, antes de la pandemia, 9 de cada 10 visitas al médico eran presenciales. Actualmente, todos los datos disponibles apuntan a que la telemedicina vive su momento más álgido, pues la experiencia de la pandemia ha permitido que tanto médicos como pacientes descubran todas las posibilidades que encierra esta modalidad.
Para dar respuesta a esta necesidad, la Unión Europea ha aprobado el Plan Horizonte; un acuerdo entre el Parlamento Europeo y el Consejo a través del cual se destinarán más de 70.000 millones de euros a la salud digital y a la telemedicina. La finalidad última de dicho acuerdo, ratificado a su vez por la Comisión Europea, es que los sistemas sanitarios se beneficien de modelos de atención innovadores y personalizados mediante la implantación de servicios telemáticos.
Hacia un nuevo concepto de sala de espera
La telemedicina es un concepto que abarca todas las formas en las que paciente y médico pueden usar la tecnología para comunicarse sin necesidad de estar en la misma sala de espera, de triaje o consulta. Una nueva forma de relacionarse que ha sido definida por la OMS como “la prestación de servicios de salud por parte de profesionales sanitarios a través de la utilización de tecnologías de la información y la comunicación (…)”.
Una visita al médico, tal y como la entendíamos hasta hace poco, significa en muchas ocasiones perder algunas horas en salas de espera. Sin embargo, acceder a una plataforma o web para comunicarse con un médico mediante videollamada significa, no solo evitar viajes innecesarios, si no prevenir el colapso de centros sanitarios. También, brinda comodidad al paciente y ahorro económico al sistema; prioriza la calidad del diagnóstico; y optimiza la atención al mejorar los tiempos de respuesta y reducir las listas de espera.
Pero a pesar de todos los beneficios que esta puede ofrecer, incluso para el seguimiento de afecciones médicas graves, la telemedicina no funcionará si la relación médico-paciente no se basa en la confianza y la comprensión. Como regla general, la asistencia médica por medios electrónicos debe estar precedida de una entrevista clínica que permita un acercamiento, personal pero también profesional, entre las partes y en la que, igualmente, se haya evaluado la idoneidad del perfil del paciente para el uso de herramientas TICs. Asimismo, los procedimientos de e-Salud solo podrán ser implementados cuando se disponga de los medios técnicos adecuados que respeten los estándares de seguridad europeos y siempre que salvaguarden derechos fundamentales como el derecho a la intimidad y la protección de datos de pacientes. La seguridad será el pilar elemental en el que debe apoyarse la telemedicina y el imperativo ético que regirá y permitirá la relación de confianza en la que toda relación médico-paciente ha de sustentarse.
Aun así, los aprendizajes extraídos de la pandemia ya configuran el futuro más inmediato de esta digitalización hacia la que avanza una medicina que deberá situar al paciente, inclusive la digital, en el centro de su estructura y aprovechar la cantidad de información ofrecida por las nuevas tecnologías para brindar una atención segura, continuada y cada vez más personalizada.